Por su movida cultural y política, la década del 60 es cada vez más revisitada. A los estudios sobre el Instituto Di Tella se suma ahora el relanzamiento de uno de sus símbolos: la mítica revista La Rosa Blindada.
NESTOR
KOHAN
Como si
se intentara eludir el hastío de este fin de siglo, hay un retorno a
los 60. La infinidad de trabajos sobre el Instituto Di Tella, la
reimpresión de las obras de Rodolfo Walsh son sólo algunos
ejemplos. El relanzamiento de una de las míticas revistas de
entonces, La Rosa Blindada, demuestra que la revisión de los años
60 es una tendencia que recién comienza. Los sesenta fueron definidos
como la década de la minifalda y la revolución sexual, del
hippismo, de Los Beatles. En la Argentina nació el rock nacional.
Pero no todo fue sexo, droga y rock and roll. La guerra de Vietnam,
Argelia y la Revolución Cubana incendiaron la pradera. El mundo casi
estalla en la crisis de los misiles en Cuba, mientras las guerrillas
latinoamericanas y los estudiantes de París, Berlín, Roma, Tokio,
México y Berkeley intentaban tomar el cielo por asalto. Dentro de la
Iglesia surgieron corrientes contestatarias y, en Estados Unidos, los
Panteras Negras dieron un tono radical a la lucha por los derechos de
los negros en contra del racismo blanco. Fue la época del boom de la
novela latinoamericana, la teoría de la dependencia, la defensa de
los condenados de la tierra de Franz Fanon y la pedagogía del
oprimido de Paulo Freire. El terremoto sólo fue comparable con el de
los años 20. Un auténtico cataclismo sociocultural permitió pedir
lo imposible. La Argentina no quedó al margen de la conmoción. Tras
la caída de Frondizi, el periodista amigo del Che Jorge Ricardo
Masetti organizó una fallida insurgencia en Salta. En 1964, la CGT
impulsó la toma masiva de fábricas, con el peronismo aún
proscripto. Entonces la Cuba de Fidel Castro y de Guevara irradiaba
su ardiente mensaje. Después de 1966, el gobierno de facto de Juan
Carlos Onganía inauguró la guerra santa contra hoteles alojamiento,
hippies y happenings, y los bastones largos castigaron a la
universidad. En el Cordobazo, la protesta popular alcanzó el punto
más alto de toda la década. La modernización cultural acompañaba
la revuelta política. La editorial EUDEBA, dirigida por Boris
Spivakow, llevó el libro al quiosco a precios irrisorios, vendiendo
entre 1959 y 1966 diez millones de ejemplares. La carrera de
Sociología pasó de 67 alumnos a 11.500 en pocos años. Son los años
en que aparece Literatura argentina y realidad política, de David
Viñas, y surge en la Asociación Psicoanalítica una generación
rupturista agrupada en Plataforma Internacional. En el periodismo,
Primera Plana cambia las reglas y en el arte el Instituto Di Tella
nuclea a las vanguardias. Jóvenes del Di Tella organizan Tucumán
Arde, acercándose a la CGT de los Argentinos de Tosco y Ongaro. De
ese herético, iconoclasta e irreverente universo sesentista, surgió
la que fue su revista y su editorial más emblemática: La Rosa
Blindada. A pesar de haberse convertido en el símbolo de aquellos
años, sus ejemplares son casi inhallables. Hoy la revista vuelve a
reeditarse con formato libro bajo el mismo sello editorial de La Rosa
Blindada. En la extensa selección de sus mejores artículos la
reedición incluye a Raúl González Tuñón, Juan Gelman, León
Rozitchner, Ernesto Che Guevara, Ho Chi Minh, Carlos Brocato, Oscar
Terán, Carlos Olmedo, John William Cooke, Domingo Onofrio, Carlos
Gorriarena, Julio Huasi, Antonio Caparrós y Marcelo Ravoni.Presenta
la revista José Luis Mangieri, quien fuera su director y fundador en
el primer período, y contiene además un estudio crítico que
enumera la larga lista de libros y discos publicados por el sello.
Nosotros siempre pensamos -se apresura a aclarar Mangieri- una
editorial como un emprendimiento cultural y no como una empresa que
fabrica libros descartables, al estilo de los envases.Los nombres de
La RosaLa Rosa Blindada, así bautizada por el libro de poemas de
Raúl González Tuñón (1936) en homenaje a la insurrección de
Asturias durante la Guerra Civil Española, fue originariamente una
editorial. Publicaba entonces paquetes de cuatro libros de poesía,
narrativa o teatro de autores jóvenes no consagrados. Tiraba 4.000
ejemplares. Luego, con la dirección honoraria de Tuñón y efectiva
de Brocato y Mangieri, surgió también como revista. De ésta se
publicaron en total nueve números (desde octubre de 1964 hasta
setiembre de 1966, con una tirada de 10.000 ejemplares hasta el
cuarto número, bajando luego a 5.000). La revista fue cerrada tras
el golpe de Onganía pero continuó luego bajo la dirección de
Mangieri -ya sin Brocato- sólo como editorial. En total, llegó a
publicar casi 300 títulos. Desde su inicio la revista agrupó a lo
más granado de la intelectualidad local y también a recién
iniciados que fueron después figuras descollantes. Entre los
integrantes del staff se encontraban el poeta Juan Gelman, el
escritor Andrés Rivera, el pintor Carlos Gorriarena, las actrices
Norma Aleandro y Cristina Banegas, los cineastas Fernando Pino
Solanas, Octavio Getino y Nemesio Juárez, el dramaturgo Roberto
Cossa, el titiritero Javier Villafañe, la escritora Estela Canto, el
músico Juan Carlos Cedrón, los filósofos Oscar Terán y Carlos
Olmedo, el historiador León Pomer, el escritor Carlos Brocato y el
poeta José Luis Mangieri. De las muchas revistas sesentistas, sólo
una es parangonable con La Rosa Blindada: Pasado y Presente,
impulsada por José Aricó y Juan Carlos Portantiero. Pero La Rosa
Blindada fue la única que agrupó no sólo a teóricos y escritores
sino también a pintores, poetas, actores y directores de cine. Si
Pasado y Presente respondía a una ideología gramsciana, La Rosa
-como la llamaban sus lectores- intentó conjugar la estética de
Galvano Della Volpe y la tradición poética de González Tuñón,
junto con la filosofía del italiano Gramsci y del joven Marx. Pero
su universo incluía también al Che Guevara y Ho Chi Minh, es decir,
Cuba y Vietnam. Un cóctel cultural explosivo, en más de un sentido.
Sin embargo, Mangieri y La Rosa Blindada -como editorial- mantuvieron
con el grupo de Aricó un permanente intercambio de títulos. Como
prueba queda el ya mítico Lucha de calles, lucha de clases (un
estudio colectivo de sociólogos sobre el Cordobazo y el viborazo
utilizado hasta en las escuelas de la Policía y el Ejército
argentinos) que iba a ser publicado por Pasado y Presente y fue
finalmente editado por La Rosa Blindada. La revista era no sólo
irreverente con la cultura oficial. También resultaba revulsiva para
la izquierda tradicional de la cual provenían sus jóvenes
integrantes. Cuando apareció el primer número, el Partido Comunista
no sólo expulsó a Gelman, Mangieri y Brocato sino que estuvo a
punto de sancionar al poeta Raúl González Tuñón, como tardíamente
reconoció el dirigente Fernando Nadra (La religión de los ateos,
1989). González Tuñón, a contramano de disciplinas partidarias,
asumió el padrinazgo de los jóvenes poetas y escritores de La Rosa
Blindada. Juan Gelman recuerda: A Raúl (González Tuñón) lo
queríamos mucho. El prologó mi primer libro. Nos contaba de sus
andanzas en las épocas de la bohemia, de sus aventuras, nos
divertíamos mucho con aquellas anécdotas de su vida de
trotamundos....Mangieri va más lejos en su explicación: Tuñón con
nosotros siempre fue muy amplio, nos protegió. El tenía muy mala
relación con Victorio Codovilla. Por eso, como un reconocimiento,
quisimos que fuera nuestro director de honor, hacerle un homenaje a
él, que nos ayudó siempre. El homenaje a Tuñón aparece en el
cuarto número, donde además se reproduce el poema Las brigadas de
choque, por el cual el poeta había estado preso en 1933. El
desplazamiento de la revista asumió desde ese número un ritmo
vertiginoso. Si al comienzo estuvo marcada por los escritos estéticos
de Della Volpe, Luis Cardoza y Aragón y Pablo Picasso, en el último
número la problemática de Cuba y Vietnam serán el eje. Esa
tendencia hacia la politización atravesó toda la cultura crítica
de los años sesenta. Entre uno y otro polo, entre la estética y la
política, quedarán algunos de los principales debates
teórico-culturales de la década. Entre ellos merecen citarse el
mencionado homenaje a González Tuñón, redactado en abierta
polémica con Héctor P. Agosti (el padrino intelectual de
Portantiero y Aricó y primer difusor de Gramsci en la Argentina); el
cuestionamiento demoledor de Oscar Terán a Roger Garaudy (filósofo
oficial del comunismo francés); la crítica de Terán y Olmedo -con
seudónimos- al libro de Juan José Sebreli Eva Perón: ¿aventurera
o militante? (1966), y finalmente, el debate político-filosófico
entre John William Cooke y León Rozitchner sobre Marx, el peronismo
y el socialismo. Los pintores y artistas de La Rosa Blindada se
ocupaban de la sección portada escrita y de las tapas. La mayoría
pertenecía al arte figurativo, aunque no aceptaban la doctrina
estética oficial de la izquierda tradicional.En cuanto al realismo
socialista -dice Carlos Gorriarena-, yo creo que ni Castagnino ni
Spilimbergo le dieron bolilla a eso, quizás algún pintor de segundo
orden, pero los grandes no. Aun así, no me arrepiento de no haber
formado parte del Di Tella, pero la motivación no venía por el lado
del realismo socialista. La defensa filosófica que en la revista
aparece de esa corriente estética probablemente provenía de Carlos
Brocato, pero para los pintores no era lo más importante.La
referencia crítica al Di Tella que aparece en el testimonio de
Gorriarena ya estaba en su artículo Tres pintores, tres tendencias:
Premio Internacional Di Tella 1964, aparecido en el tercer número.
Allí arremetía contra el neodadaísmo domesticado y los deslices
cuasi publicitarios de quienes ganaron el premio Di Tella de aquel
año. Sin embargo, y acompañando el giro procubano y provietnamita
que adopta la publicación, en su último número aparece una reseña
de la muestra Salón homenaje al Vietnam. La muestra en homenaje a
Vietnam -explica Gorriarena- la organizamos León Ferrari y yo. En la
muestra participó muchísima gente, de las vanguardias del Di Tella
y otra que no
pertenecía al Instituto. Estaba todo el país, nos encontramos
pintores de todas las tendencias. Recorriendo la lista de adherentes
a ese homenaje aparecen también Ricardo Carpani, Carlos Alonso, Juan
Carlos Castagnino, León Ferrari, Renata Schussheim, Quino, Roberto
Jacoby y hasta Marta Minujin. La convocatoria, suscripta por todos
ellos, expresa: Este es nuestro homenaje a Vietnam y a Santo Domingo,
a los campesinos, a los guerrilleros y a todos los pueblos que luchan
contra quienes los oprimen en nombre de la Civilización
Occidental. La historia de la editorial no fue muy distinta de la de
la revista. Comenzó publicando libros de poesías (Gotán, de
Gelman; La calle del agujero en la media, de Tuñón; La sonrisa del
tiempo, de Brocato) y de estética (Breviario de estética teatral,
de Bertolt Brecht; La vanguardia y la poética del realismo, de Paolo
Chiarini) y terminó editando toda la literatura de Ho Chi Minh y la
insurgencia vietnamita, las obras escogidas de Mao Tse-tung, el Che
Guevara, Regis Debray y a los autores clásicos del marxismo (desde
Marx, Lenin y Rosa Luxemburgo hasta Gramsci, Lukacs e Isaac
Deutscher). La radicalización envolvió también la vida de varios
miembros del staff. Carlos Olmedo, joven filósofo y lingüista,
murió en 1971, en un enfrentamiento en la empresa Fiat-Córdoba. A
Emilio Jáuregui (que preparó algunos de los libros publicados por
la editorial), la policía lo baleó por la espalda en una
manifestación. Una de las colecciones de ensayos de La Rosa Blindada
será bautizada con su nombre. La época del multimedia estaba aún
muy lejos. A pesar de ello, La Rosa Blindada editó más de treinta
discos (con poemas de Neruda, Gelman, Guillén, Maiacovsky, Mistral,
algunos recitados por Héctor Alterio; o con tangos del Tata Cedrón
y poemas lunfardos de Carlos de la Púa). Produjeron, además, un
cortometraje sobre un poema de Mangieri, dirigido por Nemesio Juárez
y protagonizado por Héctor Alterio.Si el golpe de 1966 había
frustrado la continuidad de la revista, el de 1976 frustrará la
continuidad de la editorial. En esos años, los libros de La Rosa y
la revista soportarán una prohibición terminante. La cultura, la
política y la principal publicación de la década del 60 quedarán
entonces enterradas bajo la retórica oficial de la dictadura
militar. Tuvieron que pasar más de treinta años para que sea
posible revisitar y discutir aquella década.
TE OLVIDASTE DE MI VIEJO
ResponderEliminarEMILIO MARIANO JAUREGUI