lunes, 11 de marzo de 2013

"Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros."







La llegada de los europeos a este continente, hace más de 520 años, dejó el saldo más atroz en vidas humanas tronchadas por la ambición desmedida y la ignorancia histórica que jamás se haya concebido ni en el más enfermizo de los sueños. La "conquista" fue, literalmente, una masacre que tiñó para siempre las relaciones humanas entre los blancos invasores y los originales de la tierra.

Actualmente, las tremendas diferencias entre quienes ostentan la "sabiduría occidental" y quienes aún se encuentran sumergidos en la ignorancia y el abandono siguen siendo generadoras de violencia social y un caldo de cultivo peligrosamente recalentado por una economía al borde de la hecatombe. ¿Quiénes son los portadores de un arma que amenazan la tranquilidad de las ciudades? ¿Quiénes viven en villorrios abarrotados de seres humanos al borde de sus recursos vitales? ¿No son ellos mismos la consecuencia de políticas demagógicas que arrastraron a miles al borde de las grandes ciudades con la promesa incumplida de bienestar personal y familiar? ¿No tiene su tez el mismo color y dibujada en su rostro la bronca de centurias de penar y sufrir? ¿No son los mismos y eternos "desterrados" que deben ocupar, a veces con violencia, un espacio en esta sociedad urbana cada vez más alejada de la solidaridad y la convivencia fraterna? ¿No estaremos frente a la cosecha de lo sembrado con la indiferencia durante más de quinientos años?

Sí... por más que no queramos -ni podamos- verlos con su atavismo ancestral, son los descendientes de quienes sobrevivieron a la muerte y de aquellos que se mezclaron con el blanco intentando una nueva identidad que los hundió aún más en el rechazo. Parias de una América en desarrollo, hoy, conscientes algunos de su lucha e inconscientes la mayoría por el alcohol y las drogas, están en pie de guerra frente al invasor. Extienden su manito niña limosneando una moneda... o su mano joven empuñando un arma asaltando y exigiendo lo que creen suyo. Son y no son indígenas... se los conoce como villeros.

¿Sabemos a cuánto asciende la población indígena de nuestro país y cuántas comunidades lo habitan? ¿Conocemos sus orígenes? ¿Tenemos una idea real sobre su actual situación, más allá de la certeza de que son discriminados? ¿Los ayudó la modificación de la Constitución Nacional, en 1994? ¿Recordamos sus luchas y sus demandas? ¿Valoramos su aporte cultural? ¿Aceptamos su actuación en nuestro desarrollo histórico?

Pobres entre los pobres, marginados entre los marginados. Según el diccionario, aborigen es el originario del lugar en que vive; primitivos moradores de una región por contraposición a los establecidos después. E indígena, el originario del país de que se trata.

Y la injusticia sigue

Como si la historia se hubiera detenido en el tiempo, el nuevo milenio continúa ofreciendo un panorama no muy diferente al que caracterizó estos cinco siglos.


"Mayma yvypora ou ko yvy ári iñapytl'yre ha eteícha dignidad ha derecho jeguerekópe; ha ikatu rupi oikuaa añetéva ha añete'yva, iporavá ha ivaíva, tekotevé pehenguéicha oiko oñondivekuéra".

"Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros."

(Artículo 1° de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, en lengua guaraní)

Fuente: Julio Archet www.lafogata.org.

 

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