viernes, 22 de marzo de 2013

EE.UU. sigue combatiendo la “amenaza” de la Teología de la Liberación

Revelaciones de Wikileaks

Daniel Kovalik
CounterPunch


Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
El 15 de septiembre de 2011, escribí al Reverendo Monseñor Kuriakose Bharanikulangara, Primer Consejero de la Misión Permanente Observadora de la Santa Sede en las Naciones Unidas. En esa carta, instigada por el asesinato del septuagésimo noveno sacerdote en Colombia desde 1984, expresé mi preocupación por los continuos asesinatos de sacerdotes católicos y de otros religiosos en el país. Hice valer mi opinión “de que este ataque contra la Iglesia en Colombia es una política estatal, tanto de Colombia como de EE.UU., que apoya a los militares con miles de millones de dólares de ayuda y que considera que los movimientos organizados por la justicia social en Latinoamérica constituyen un amenaza para su dominación económica de la región. No soy el único que sostiene esta opinión ya que otros sacerdotes en Colombia, notablemente el Padre Javier Giraldo, S.J., han expresado este punto de vista durante muchos años”.
Envié una copia de dicha carta al Padre Giraldo y me respondió con una breve nota en la que simplemente me agradeció la carta y declaró: “Su interpretación de lo que pienso es correcta”. En cuanto a la Santa Sede, nunca respondió a mi carta, presumiblemente porque no comparte mi preocupación por esos sacerdotes.
Otra persona que ha hablado y ha escrito de este tema es Noam Chomsky, amigo y partidario del Padre Giraldo. En respuesta a mi último artículo sobre el continuo ataque a la Iglesia en Colombia, el profesor Chomsky me escribió: “Pocos son conscientes de la guerra que EE.UU. libró contra la Iglesia después de la herejía del Vaticano II, buscando devolver la Iglesia a los Evangelios por primera vez desde el Emperador Constantino. Probablemente sabe que escribo sobre este asunto desde hace mucho tiempo. Para oídos sordos, sobre todo”. ¡Qué pena! Fue un vídeo de una conferencia de Chomsky en 2009 lo que realmente me despertó a la realidad de esa guerra y su verdadera naturaleza.
De esa manera, en diciembre de 2009, el profesor Noam Chomsky pronunció un fascinante discurso en la Universidad Columbia que resumía sucesos conocidos por pocas personas en el mundo desarrollado: En 1962 el Papa Juan XXIII, a través del Concilio Vaticano II, intentó reclamar las tempranas raíces de la Iglesia; la Iglesia de los primeros 300 años cuando fue la “Iglesia perseguida”, la Iglesia de los mártires. La naturaleza de la Iglesia había cambiado con la declaración en 324 d.C. de que la Iglesia Católica sería la Iglesia oficial del Imperio Romano, convirtiéndola en la “Iglesia perseguidora”, con las Cruzadas, la Inquisición española y la complicidad con el nazismo entre los numerosos crímenes que resultaron de esto.
Con el Concilio Vaticano II de 1962, la Iglesia en todo el mundo comenzó a revalorizarse. En Latinoamérica, esto tomó la forma de la “Teología de la Liberación”, una filosofía que propugnó un “tratamiento preferencial para los pobres” y que llamó al apoyo activo para los movimientos de justicia social por cuenta de los trabajadores, los campesinos sin tierras y los pueblos indígenas y la oposición activa a los regímenes militares y a la dominación corporativa.
Esta filosofía, que combinó el cristianismo con el marxismo, se formuló por primera vez en una reunión de teólogos latinoamericano encabezada por Gustavo Gutiérrez, en Río de Janeiro, Brasil, en 1964. Brasil se convirtió en la zona cero del nuevo movimiento y las “comunidades de base” cristianas dedicadas a la Teología de la Liberación comenzaron a aparecer en ese país y a extenderse por toda Latinoamérica y se celebraron reuniones teológicas para desarrollar la Teología de la Liberación en La Habana, Cuba; Bogotá, Colombia y Cuernavaca, México, en junio y julio de 1965.
Como explica Noam Chomsky, EE.UU., no satisfecho con cruzarse de brazos y contemplar cómo arraigaba una teología abiertamente marxista en Latinoamérica –una teología que amenazaba la dominación económica y militar estadounidense en la región– actuó rápidamente para eliminar mediante la violencia ese movimiento emergente. Por su parte el Vaticano, después de la muerte de Juan XXIII, también actuó para eliminarla mediante la censura, la remoción e incluso la exclusión de sacerdotes y obispos de la Liberación.
El primer golpe contra la Teología de la Liberación por parte de EE.UU., relata Chomsky, tuvo lugar en su cuna, Brasil. Por lo tanto, en 1964, EE.UU. patrocinó el derrocamiento del presidente democráticamente elegido de Brasil, Joao Goulart, estableciendo una dictadura militar que gobernó hasta 1985 y que, gracias a la continua ayuda militar de EE.UU., atacó violentamente a los sacerdotes de la Liberación, comunidades religiosas y de base, removiendo así el nuevo movimiento radical teológico en sus raíces.
EE.UU. siguió realizando operaciones militares activas para eliminar la Teología de la Liberación, dejando una terrible estela de cadáveres de sacerdotes, hermanos y hermanas, e incluso el del Arzobispo de San Salvador, Óscar Romero. Teniendo en cuenta todo lo dicho, más de 100 religiosos fueron asesinados en Latinoamérica entre 1964 y 1985, y el derramamiento de sangre no había terminado.
Como subraya Chomsky, incluso después de la caída del Muro de Berlín en 1989, que marcó el final oficial de la Guerra Fría, EE.UU. prosiguió su ataque a la Iglesia de la Teología de la Liberación. El caso más tristemente célebre fue su apoyo al asesinato por los militares de 6 sacerdotes jesuitas, junto con su ama de llaves y su hijo, en noviembre de 1989. Como sabemos gracias al informe de la Comisión de la Verdad de las Naciones Unidas de 1993, los autores intelectuales del asesinato de esos jesuitas fueron el coronel Inocente Orlando Montano Morales y el coronel René Emilio Ponce, ambos graduados de la Escuela de las Américas (SOA) de EE.UU., en Fort Benning, Georgia. Y esto corresponde a la norma, porque como señala Jack Nelson-Pallmeyer en su libro, School for Assassins (Orbis Books, 1999), en un 75% de los ejercicios de entrenamiento en la SOA, el sacerdote u otro personaje religioso (usualmente representado por un capellán del ejército de EE.UU.) terminaba muerto o herido.
Cables de Wikileaks
Recientemente, sentí que debía hacer una investigación en Wikileaks de la “Teología de la Liberación” para ver qué podría revelarse respecto a la actual posición de EE.UU. hacia esa filosofía y los individuos que viven según ella. En total la búsqueda sacó a la luz 31 cables que tenían que ver con numerosos países, incluidos El Salvador, Cuba, Ecuador, Paraguay, Corea del Sur, las Filipinas, Haití, Brasil, Venezuela, Líbano y el propio Vaticano. Esos cables revelaron la continua obsesión del Departamento de Estado de EE.UU. con la Teología de la Liberación y la hostilidad compartida de EE.UU. y el Vaticano hacia esa doctrina.
Por ejemplo, la embajada de EE.UU. en el Vaticano –en un cable titulado “Socios por el Progreso", en un trabajo con las Agencias de Desarrollo del Vaticano y fechado 24 de enero de 2003, dejaba claro que EE.UU. y el Vaticano estaban en plena sintonía cuando se trata de su oposición a la Teología de la Liberación y su desafío a las injustas estructuras del mercado que perpetúan la pobreza (1). Por lo tanto, la embajada declara:
La propia Santa Sede parece haber hecho un cambio filosófico en los últimos años respecto a su enfoque hacia el desarrollo. Mientras muchas declaraciones de postura oficial todavía incluyen más de un indicio de mensaje de desarrollo en los días maravillosos de la Teología de la Liberación y la teoría internacional de desarrollo de finales de los años 60, declaraciones recientes –en la cumbre de Johannesburgo por el desarrollo sostenible, por ejemplo– reflejan una posición más cercana a la del USG [gobierno de EE.UU.]. Se pide a los receptores de ayuda al desarrollo que se conviertan en protagonistas y socios de su propio desarrollo. Conceptos como transparencia, buen gobierno, rendición de cuentas y liberalización del mercado ahora suministran un contrapeso al achacar la culpa de los males del mundo a “estructuras injustas” o “capitalismo desenfrenado”. El Papa ha reforzado esos conceptos en recientes mensajes y declaraciones, lo que sugiere que la nueva perspectiva se filtrará de los dicasterios a las agencias de desarrollo para conformar sus políticas y estrategias. En vista de la importancia de la voz del Vaticano en todo el mundo en desarrollo, la Embajada cree que las agencias de desarrollo del USG deben tratar de ampliar los contactos con la Santa Sede para aumentar el apoyo a nuestras políticas e iniciativas de desarrollo y desarrollar sinergias con las numerosas agencias de desarrollo relacionadas con el Vaticano. Fin del comentario.
En un cable de la embajada del 6 de mayo de 2007 relacionado con la visita del Papa Benedicto XVI a Brasil, la embajada de EE.UU. en ese país discute extensivamente el tema (2). Por ejemplo, bajo el encabezamiento “La ‘amenaza’ de la Teología de la Liberación”, la embajada escribe:
Otro importante problema contextual de la visita es el desafío a la Iglesia tradicional representado por la Teología de la Liberación. El Papa Juan Pablo (con la ayuda del actual Papa cuando era el Cardenal Ratzinger, hizo grandes esfuerzos para acabar con este análisis marxista de la lucha de clases. Había llegado a ser promovido por una cantidad significativos de clérigos y gente común católica, quienes en un compromiso político aprobaban a veces la violencia “por cuenta del pueblo”. La forma más ortodoxa de la Teología de la Liberación que se ponía de parte de los pobres y oprimidos había experimentado una lectura reduccionista que el Vaticano quería corregir. En gran medida, el Papa Juan Pablo II desanimó la “Teología de la Liberación”, pero en los últimos años ésta ha presenciado un resurgimiento en diversas partes de Latinoamérica.
Este mismo cable apunta sin querer a los resultados del ataque de EE.UU. y el Vaticano contra esta filosofía, la continuación de la mala distribución de la riqueza en Latinoamérica. Por lo tanto, en este cable, la embajada explica que en una conferencia de prensa después de la visita papal a Brasil, “los obispos se quejaron de la ‘injusta distribución de la riqueza y de las profundas diferencias en la distribución de los recursos’ en su región. Preguntaron cómo podía ocurrir esto si la mayoría de los presidentes, empresarios y profesionales de Latinoamérica afirman que son católicos”.
Desde luego, esta pregunta se responde por sí misma. El continuo estado de cosas injusto en Latinoamérica se debe en gran parte a las propias acciones del Vaticano, con ayuda de las fuerzas represivas de EE.UU. en la promoción de una variedad de catolicismo que permite que los ricos y poderosos de Latinoamérica se sientan bien con su riqueza, es decir, que crean que tienen más posibilidades de entrar en el Reino de los cielos que un camello pase por el ojo de una aguja, como advirtió Jesús, y de “acabar con” los teólogos de la liberación que emprendían pasos activos en el mundo real para cuestionar el injusto control de los ricos y poderosos sobre los recursos y la tierra de sus naciones. En resumen, la continuación de la injusticia, de una manera natural, previsible e intencional, es el resultado de las acciones del Vaticano y de EE.UU.
La Embajada de EE.UU. en el Vaticano, en un cable del 14 de enero de 2008, analiza los puntos de vista del Papa Benedicto sobre una serie de temas, incluso respecto a varios países latinoamericanos (3). Hay que subrayar que la embajada reconoce que “Para la Santa Sede, los católicos en Cuba gozan de un cierto nivel de libertad religiosa”. Citando a un miembro de un movimiento laico internacional en Roma, la embajada señala que “las relaciones entre la Iglesia y el gobierno cubano no eran ‘estupendas, pero tampoco malas’” (Por cierto, hay que destacar que el clero católico en Cuba nunca ha sufrido el tipo de violencia infligido al clero en Estados clientes de EE.UU. en la región.)
A la luz de su propia obsesión por el tema, la embajada continúa expresándose largo y tendido sobre los puntos de vista del Papa sobre la Teología de la Liberación:
También importante –e inquietante– para la Santa Sede es la resiliencia de la Teología de la Liberación latinoamericana. Durante su tiempo como poderoso Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe en los años ochenta y noventa, el Cardenal Joseph Ratzinger se opuso a la Teología de la Liberación por su abierta simpatía hacia los movimientos revolucionarios. Algunos seguidores de la Teología –incluidos antiguos clérigos– ocupan ahora destacadas posiciones políticas en países como Bolivia y Paraguay, un fenómeno que un comentarista ha descrito como la reencarnación secular de la Teología de la Liberación. Para la Santa Sede, el Magisterio de la Iglesia (las doctrinas de la Iglesia Católica) sobre temas sociales ya defiende con fuerza los derechos de los desamparados. Esta defensa, frecuentemente descrita como la “opción preferencial por los pobres” de la Iglesia, no debería incluir que los clérigos asuman posiciones gubernamentales de alto nivel o se presenten como candidatos. Al llamar a una reducción de las tensiones interiores en Latinoamérica, la Santa Sede espera impedir un clima fértil para que los clérigos activistas, progresistas, se unifiquen con gobiernos populistas, autoritarios.
En un cable del 27 de septiembre de 2005 procedente de la Embajada de EE.UU. en San Salvador, titulado “El Salvador: La influencia en decadencia de la Iglesia Católica Romana”, EE.UU. presenta un interesado, aunque inadvertidamente revelador, análisis de lo que ha ocurrido en ese país en las últimas décadas (4). La embajada señala que:
En 1977 el ex Arzobispo Óscar Arnulfo Romero adoptó una posición explícita a favor de la “Teología de la Liberación” que enajenó a muchos de los miembros más influyentes de la iglesia. El Arzobispo Arturo Rivera y Damas siguió el ejemplo de Romero durante su mandato entre 1983 y 1994. Con la elección de Fernando Sáenz Lacalle como Arzobispo de San Salvador en 1995, la Iglesia Católica entró a una nueva era en la cual retiró su apoyo a la Teología de la Liberación; Sáenz Lacalle renovó el énfasis en la salvación individual y la moralidad. Sin embargo sigue subyaciendo una división en la Iglesia Católica salvadoreña respecto a temas políticos semejantes.
La embajada explica posteriormente que, con su retirada de la Teología de la Liberación, “la Iglesia Católica salvadoreña ha sido efectivamente ‘re-romanizada’…”
Como sucede tan a menudo, lo que no se dice en el pasaje mencionado es lo más revelador. La embajada se refiere a Óscar Romero como “ex Arzobispo” que apoyó la Teología de la Liberación. Por cierto, como todos sabemos, en realidad Óscar Romero murió, más fuerte aún, fue asesinado por las fuerzas entrenadas, financiadas y armadas por EE.UU. mientras oficiaba la Santa Misa. La embajada, para evitar la mención de esos hechos inconvenientes, simplemente lo convierte en “ex Arzobispo”, como si simplemente se hubiera jubilado. Y, lo que no se menciona es que fue el asesinato de gente de buen corazón como el Arzobispo Romero lo que condujo a la “re-romanización” de la Iglesia, una expresión de doble sentido, ya que puede significar apropiadamente que la Iglesia vuelve a estar en línea con el Vaticano de Roma (el significado deseado), o que ha vuelto a la posición favorable al Imperio que la Iglesia ha mantenido (con una interrupción limitada después del Concilio Vaticano II de 1962) desde el año 324 d.C. En otras palabras, misión cumplida tanto para el Vaticano como para EE.UU.
Avanzamos unos años hasta el 27 de febrero de 2009 y la Embajada de EE.UU. en San Salvador vuelve a retorcerse las manos sobre un nuevo y “más explícito Arzobispo” del que la embajada sospecha que simpatiza con la Teología de la Liberación (5). Por ello, el cable contiene toda una sección sobre el nuevo Arzobispo que dice: “SIMPATIZA PERO NO ESTÁ COMPROMETIDO CON LA TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN”. Como explica la embajada, “las declaraciones públicas del [Arzobispo] Escobar sugieren que podría tener puntos de vista cercanos a la Teología de la Liberación, un movimiento de la Iglesia Católica que pone el acento en la liberación de los pobres y oprimidos y que condujo a algunos adherirse y a apoyar la actividad revolucionaria en Latinoamérica, incluyendo la insurgencia del FMLN (1980-1992)”, una insurgencia a la que por supuesto EE.UU. se opuso vigorosamente a través de su apoyo a las fuerzas militares represivas en El Salvador, las cuales aplastaron a la insurgencia y mataron a decenas de miles de civiles inocentes.
Como explica este cable, algunas declaraciones del Arzobispo Escobar que llevan a EE.UU. a sospechar de su simpatía por la Teología de la Liberación son sus pronunciamientos contra operaciones mineras en El Salvador, incluyendo la actividad minera de Pacific Rim, una “compañía canadiense con inversionistas estadounidenses”, explica el cable. El cable explica que también revela sus simpatías por la Teología de la Liberación el hecho de que “en su primera homilía, Escobar afirmó que quiere estar con los débiles y pobres porque es el deber de la Iglesia y pidió que se otorgue prioridad al abastecimiento de los pobres”. El cable prosigue que “Escobar también ha declarado… que admira al Padre Ignacio Ellacuria, un cura jesuita y colaborador de la Teología de la Liberación que fue asesinado por las fuerzas salvadoreñas en 1989, y al Arzobispo Óscar Arnulfo Romero, asesinado por los escuadrones de la muerte en 1981 [sic]”. Otra vez la devoción del nuevo Arzobispo por los religiosos asesinados lo convierte en sospechoso en cuanto a su verdadera fidelidad.
En otro cable de San Salvador, del 24 de junio de 2008, que pretende presentar una visión histórica del FMLN, la embajada afirma: “Durante los 12 años de guerra civil salvadoreña (1880-1992), el FMLN intentó derrocar el gobierno utilizando una estrategia que incluía la lucha armada, el terrorismo y el adoctrinamiento político socialista/comunista. El movimiento de la Teología de la Liberación de la Iglesia Católica y los sindicatos apoyó en considerable medida esos esfuerzos. El grupo recibió apoyo monetario y armas del Bloque Soviético y de Cuba” (6). Esta declaración, repleta de información bastante engañosa, es muy reveladora de la antipatía de la embajada hacia la Teología de la Liberación.
De esa manera, en ese breve pasaje la embajada muestra a gran parte del movimiento de la Teología de la Liberación como un apoyo al supuesto terrorismo del FMLN, en conjunto con la Unión Soviética y Cuba. Por cierto, esto ignora intencionalmente el hecho de que fueron los escuadrones de la muerte militares y paramilitares respaldados por EE.UU. en El Salvador los que cometieron la mayor parte de los actos terroristas contra la población civil; que gran parte del movimiento de la Teología de la Liberación, como lo ilustra el propio Arzobispo Romero, condenó la violencia cometida por las dos partes del conflicto y que las afirmaciones de apoyo soviético y cubano al FMLN fueron siempre exageradas. Pero lo significativo es que EE.UU. considera que el movimiento de la Teología de la Liberación está coludido con el terrorismo y con el comunismo internacional, es decir, con los dos principales objetivos (o por lo menos objetivos ostensibles) de la violencia de EE.UU. desde la Segunda Guerra Mundial.
Numerosos cables tratan del asunto, pero basta con decir que son consistentes en el vilipendio de dirigentes religiosos y políticos que están, o EE.UU. cree que están, vinculados con la Teología de la Liberación. La lista incluye a Fernando Lugo, el exobispo católico, que fue derrocado por un golpe “legal” en Paraguay que fue instantáneamente ratificado por EE.UU. (7); Jean Bertrand Aristide, el presidente de Haití enviado al exilio por los esfuerzos conjuntos de EE.UU., Canadá y Francia (8); e incluso un líder chií en el Líbano, el Jeque Ahmed Taleb, que "durante su juventud descarriada, según afirma EE.UU. enseñó una versión chií libanesa de la Teología de La liberación, con una retórica repleta de insultos a EE.UU. e Israel” (11).
En pocas palabras, EE.UU. ve en gran medida a la Teología de la Liberación, y a los que la apoyan, como enemigos. Y se considera alineado con el Vaticano en sus esfuerzos mutuos para destruir esta filosofía. Por cierto, esto tiene consecuencias prácticas.
Solo un ejemplo: un cable de la embajada del 9 de junio de 2009 explica que el antiguo equivalente del FBI en Colombia, el DAS, espió y "neutralizó” (un eufemismo que puede incluir acciones que llegan al asesinato) a grupos por los derechos humanos, la Comisión Intereclesial de Justicia y Paz, (CIJP o “Justicia y Paz”) del Padre Giraldo,(12). Este cable señala que el propio presidente de Colombia, Álvaro Uribe, había ordenado la vigilancia. El cable señala que la “vigilancia incluye el control físico de individuos y sus familias (incluidos los niños), interceptación telefónica y de correos electrónicos y recolección de datos financieros de importancia. También parece que la unidad ha tomado medidas activas para desestabilizar eventos de la oposición e intimidar a activistas por los derechos humanos… Los periodistas y activistas por los derechos humanos afirman que la vigilancia [que comenzó en 2004-2005 continúa.” (énfasis agregado).
Por cierto, hay que preguntarse seriamente si esa política estatal de “neutralizar” al CIJP continúa en la actualidad y si el reciente intento de asesinato del Padre Alberto Franco del CIJP el 13 de febrero de 2013, se llevó a cabo siguiendo dicha política. Yo mismo digo para que conste que si al Padre Franco o a algún otro sacerdote asociado con el CIJP les ocurriera algún mal, habrá que pedir responsabilidades al Estado colombiano y a su patrocinador estadounidense.
Notas:
(1) http://wikileaks.org/cable/2003/01/03VATICAN283.html
(2) http://wikileaks.org/cable/2007/05/07VATICAN85.html
(3) http://wikileaks.org/cable/2008/01/08VATICAN14.html
(4) http://wikileaks.org/cable/2005/09/05SANSALVADOR2679.html
(5) http://wikileaks.org/cable/2009/02/09SANSALVADOR184.html
(6) http://wikileaks.org/cable/2008/06/08SANSALVADOR750.html
(7) http://wikileaks.org/cable/2008/06/08ASUNCION358.html
(8) http://wikileaks.org/cable/2007/10/07PORTAUPRINCE1668.html
(9) http://wikileaks.org/cable/2007/05/07QUITO1081.html
(10) http://wikileaks.org/cable/2007/07/07CARACAS1465.html
(11) http://wikileaks.org/cable/2006/05/06BEIRUT1483.html
(12) http://wikileaks.org/cable/2009/06/09Bogota2019.html

Daniel Kovalik es un abogado sindical y de derechos humanos que vive en Pittsburgh. Actualmente enseña Derechos Humanos Internacionales en la Escuela de Derecho de la Universidad de Pittsburgh.
Fuente: http://www.counterpunch.org/2013/03/05/us-still-fighting-threat-of-liberation-theology/

La intervención estadounidense en favor de las dictaduras latinoamericanas



Los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial fueron muy convulsionados en el mundo entero. Durante ese período se registraron cambios y movimientos revolucionarios en distintas dimensiones: política, en el arte, en la cultura, en las relaciones internacionales, etcétera. Estos movimientos tenían en común su rebeldía frente al autoritarismo y al poder (político, económico, social), cuestionanando lo establecido.

En América Latina, estos movimientos tenían en común su postura “antiimperialista”, su oposición al poder que los Estados Unidos ejercían sobre la región. Muchos de estos movimientos planteaban un cambio radical del sistema socio-económico, porque el capitalismo dependiente que caracterizaba a la mayoría de los países latinoamericanos había demostrado ser fuente de desigualdades económicas, injusticias sociales y escaso y desigual desarrollo productivo. En oposición, el socialismo aparecía como un modelo justo, equitativo, atento a las dignidades humanas.

La Revolución Cubana constituyó un gran impulso para estos movimientos. En la isla, tras algunos años de guerrilla rural liderada por Fidel Castro y Ernesto Che Guevara, entre otros, habían logrado derrotar al ejército de la dictadura de Batista, tomar el poder declarando el carácter socialista de la revolución, y todo esto a escasos kilómetros del imperio. Cuba se convertiría en el espejo en la que los revolucionarios latinoamericanos querían mirarse, porque veían en el socialismo un orden social justo, anhelado y, a partir de la revolución cubana , posible en el continente.

 
 


En el resto de Latinoamérica los golpes de Estado y las prácticas autoritarias y represivas de las clases dominantes confirmaban que no estaban dispuestas a ceder sus privilegios económicos y políticos motivo por el cual la lucha armada se constituyó siguiendo el ejemplo cubano, como un camino viable y necesario para la toma del poder sino.

Durante este proceso existió una profunda división en el seno de la Iglesia Católica y sus seguidores destacándose la ubicación ideológica de las cúpulas eclesiásticas, su alineamiento y el aval otorgado por las mismas a los regímenes militares en la lucha contra el comunismo, así como el compromiso hacia las necesidades del pueblo expresados por el Movimiento de Sacerdotes por el Tercer Mundo y la Teología de la Liberación, ubicados en el polo opuesto del espectro político.

Luego del Concilio Vaticano II , realizado a principios de la década del 60 , un pequeño grupo de obispos difundieron un documento denominado "Manifiesto de los Obispos del Tercer Mundo " , que tuvo gran influencia en Latinoamérica y que era era una interpretación de la encíclica "Populorum Progressio" , que ubicaba al socialismo como el sistema político mas próximo a la moral y considerando que la revolución era un medio apto para promover el Bien Común , tal como lo entendió el sacerdote colombiano Camilo Torres ,quien pasó a la lucha clandestina en la espesura sudamericana . Todos estos conceptos dieron lugar a la llamada "Teología de la Liberación "

A fines de 1967, monseñor Alberto Devoto , obispo de Goya quien recibió, el Mensaje de los Obispos se lo envió al padre Miguel Ramondetti (proximo al Partido Comunista) quien realizó una masiva distribución del documento entre el clero regular y obtuvo algunas adhesiones a las ideas allí se desarrollaban conformándose así el "Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo " que adhería y profundizaba el mensaje, promocionado por unos pocos sacerdotes y seminaristas (algunos de los cuales estuvieron íntimamente ligados con el accionar revolucionario posterior) quienes proponían la alineación con el socialismo de Latinoamericana a través de un proceso revolucionario armado.


Durante la década del '60 surgieron en Latinoamérica sistemas autoritarios que poseen elementos comunes a pesar de la diversidad de realidades de los países del continente.

Estos sistemas consolidaron la militarización de la sociedad y la política, y se dieron en el marco de la reacción impulsada por Estados Unidos de Norteamérica ante la Guerra Fría y la Revolución Cubana, implementando lo que se denominó la “Doctrina de la Seguridad Nacional”. Esta doctrina postulaba que las democracias occidentales no solo estaban amenazadas por un enemigo externo, el bloque socialista soviético, sino también por uno interno, representado por todos los partidos y organizaciones de izquierda.

Frente a esta amenaza ya no resultaban eficaces las tácticas y estrategias de la guerra convencional , fueron necesarios nuevos métodos de contrainsurgencia (lucha antiguerrillera, infiltración, técnicas de interrogatorio), métodos gestados en los Estados Unidos y utilizados por la mayor parte de los ejércitos latinoamericanos.



En 1962, el presidente John F. Kennedy lanzó la Alianza para el Progreso, plan que intentó ofrecer resistencia al avance del “comunismo” por medio de inversiones y desarrollo económico en los los países latinoamericanos. Consideraban que tenían la “misión” de ayudar a proveer seguridad a las naciones en desarrollo que “genuinamente necesitan y piden nuestra ayuda porque para una sociedad que se está modernizando, seguridad significa desarrollo y sin desarrollo, no puede haber seguridad....” como lo sostenía el secretario de Defensa de Kennedy, Robert Mc Namara. El objetivo de este plan era evitar que América Latina siguiera el ejemplo de la Revolución Cubana por medio de ayuda económica y social a la región. El plan prometía mejorar las condiciones sanitarias, ampliar el acceso a la educación y a la vivienda, controlar la inflación e incrementar la productividad agrícola mediante la reforma agraria. De llevarse a cabo este plan, los países recibirían un aporte económico desde los EEUU.

Durante el gobierno del sucesor de Kennedy, Lyndon Johnson,se desarrollaron los planes de intervención en los países latinoamericanos, a través de los militares preparados para la “lucha anticomunista” en la Escuela de las Américas en Panamá, imponiéndose en la región regímenes militares adictos quienes, agitaban el fantasma del comunismo. Los ejércitos de América de Sur debían expandir su rol interno, su misión era la de salvaguardar la nación, lo que las llevaría a asumir el control del Estado para asegurar la unidad de la Nación y el cumplimiento de su destino de gran país.

La Doctrina de Seguridad Nacional tiene dos vertientes, una de origen norteamericano y la otra de origen francés con la experiencia tras las derrotas en las guerras de independencia de Indochina y Argelia, que modificó profundamente las tácticas militares y la ideología del Ejército. A partir de tales experiencias, los oficiales franceses desarrollaron técnicas de combate contra la guerra de guerrillas de los grupos rebeldes, que fueron enseñadas posteriormente a los militares argentinos. Esta enseñanza incluía importantes elementos de carácter doctrinario, como la idea de la guerra global contra el comunismo, la noción de enemigo interno, y la convicción de que sus acciones, incluido el uso de tortura como técnica de obtención de información, estaban justificadas por la búsqueda del bien mayor de la nación. Esta ideología influyó profundamente en el Ejército argentino.

Empleando esta doctrina los Estados Unidos consiguen unificar el accionar de las distintas dictaduras latinoamericanas. Para implementar la doctrina, los Estados Unidos instalaron la Escuela de las Américas en Panamá, con la idea de impulsar el equilibrio político en América Latina . Durante años, técnicas de interrogatorios mediante torturas fueron enseñadas a militares sudamericanos, quienes eran los encargados de efectuar el trabajo sucio de contra insurrección.

La Doctrina de la Seguridad Nacional, fue el sostén ideológico de las dictaduras militares en América Latina e ideada por el gobierno de Estados Unidos como forma de ejercer un contrapeso político en la región en el marco de la Guerra Fría, transmitida desde de la polémica Escuelas de las Américas, que instruyó a militares latinoamericanos en técnicas de contrainsurgencia y violaciones a los derechos humanos. Los gobiernos estadounidenses temían que la revolución cubana significara una expansión del comunismo en América Latina, y que el continente girara hacia la órbita soviética. Por eso, esta doctrina predicaba que la proliferación de la ideología socialista en los países latinoamericanos constituía una amenaza para la seguridad nacional de estas naciones, por eso era necesario una contraofensiva política y militar. Así se creó la Escuela de las Américas, que se encargó de instruir a militares y policías de América Latina en técnicas contrainsurgentes, otorgándoles a las fuerzas armadas de los países latinoamericanos un rol principal en la lucha contra el comunismo.

La Doctrina de Seguridad Nacional que considera a los propios ciudadanos de un país como posibles amenazas a la seguridad fue un producto del pensamiento de la Guerra Fría e ideada por los sucesivos gobiernos de los Estados Unidos y divulgada mediante el entrenamiento de los distintos ejércitos latinoamericanos, llega a formar una parte importante de la ideología de las fuerzas armadas en América Latina, extendiendo su papel de defensores de las fronteras nacionales con la defensa contra el propio pueblo. La doctrina propaga una visión amplia del enemigo: no sólo se consideran terroristas insurgentes a las personas con armas, sino también a las personas que propagan ideas en contra del concepto de la sociedad nacional que tiene el gobierno, quienes, además, son considerados subversivos, traidores a la patria y por consiguiente no se los ve como sujetos de derecho sino como seres viles o fuentes de maldad. Por esto la doctrina justifica utilizar los métodos más atroces para tratar y eliminar al enemigo.

El gobierno estadounidense tenía la convicción de que el bloque comunista tenía como principal objetivo el convertirse en la única potencia mundial y reorganizar la sociedad mediante la expansión del comunismo soviético y sobre esta base se extendió el temor de que surgieran en los países 'subdesarrollados', especialmente en América Latina, focos de resistencia comunista. Los EE.UU. tenían sus intereses latinoamericanos bien protegidos por los gobiernos dictatoriales que habían instalado en épocas anteriores. Pero con la influencia de la revolución cubana de 1959 y el creciente pensamiento comunista o socialista entre los jóvenes latinoamericanos, por primera vez surgía la idea de que el pueblo del propio país podía constituir una amenaza a la seguridad nacional.

La intervención norteamericana incluyó asistencia militar y programas de inserción en las sociedades latinoamericanas, tanto a nivel político como comunicacional. La ayuda militar debía ponerse sobre la seguridad interna de cada país y todo gobierno debería estar capacitado para garantizar su propia seguridad adaptando su potencial militar a las modalidades de la "guerra interna". Desde el punto de vista norteamericano, los militares no constituían únicamente una fuerza que garantizaba el mantenimiento del orden frente a la subversión sino que también podían ser estimulados a participar en la transformación económica y social .... Estados Unidos pretendía que a través de los programas de acción cívica los militares latinoamericanos apoyarían las reformas económicas y sociales y no les opondrían un veto político sistemático.


En octubre del año 1962, el gobierno norteamericano denunciaba que la URSS

estaba instalando bases para cohetes nucleares en territorio cubano y proclamaba un bloqueo marítimo de ésta para impedir el ingreso de nuevas armas ofensivas de origen soviético, y a cesar sólo cuando la URSS se comprometiese a desmantelar esas bases. La aceptación del gobierno soviético , no fue bien recibida en Cuba y su efecto no hizo más que de consolidar el régimen revolucionario. EEUU debió comprometerse con no realizar una nueva invasión contra la isla, aunque continuo durante años organizando incursiones de disidentes y otras acciones hostiles en territorio cubano. Pero la hostilidad norteamericana seguía incidiendo negativamente sobre la isla, tanto el bloqueo económico, como la cuarentena diplomática, que en esa misma etapa aisló a Cuba del resto de Latinoamérica limitando las opciones a la dirigencia revolucionaria, y cuyos efectos se reflejaban el pueblo cubano. Pero este forzado aislamiento no impedía a la Cuba gravitar en el continente; para lo que solo necesitaba sobrevivir, ya que su negativa a borrarse del horizonte ante la cólera de la potencia hegemónica no podía dejar de afectar la disciplina panamericana, dando esperanzas a las tendencias contestatarias y revolucionarias.

Cuba actuó de modo indirecto en el teatro continental al cual la administración de Kennedy estaba decidida a vedarle el acceso. A la espera de desencadenar la ambiciosa revolución continental, se ofreció como modelo donde surgieron focos en más de una nación latinoamericana. El influjo cubano se hizo sentir en otros aspectos sobre el continente: la isla rebelde, aislada políticamente de éste, estaba obsesivamente presente en él a través de la imaginación colectiva, y la imagen fuertemente estilizada que ésta acogía, gravitó decididamente en la renovación cultural e ideológica tan intensa en esos años.

Los sesenta fueron tiempos irreverentes, rebeldes; tiempos que proponían lo nuevo, que festejaban el cambio. Tiempos de revoluciones, de compromisos y protagonismos, en los que, desde diversos espacios y prácticas, se impugnaba gran parte de los valores sobre los que durante mucho tiempo se había sostenido la sociedad occidental sin cuestionarlos.

Los intensos años 60



Por su movida cultural y política, la década del 60 es cada vez más revisitada. A los estudios sobre el Instituto Di Tella se suma ahora el relanzamiento de uno de sus símbolos: la mítica revista La Rosa Blindada.

NESTOR KOHAN

Como si se intentara eludir el hastío de este fin de siglo, hay un retorno a los 60. La infinidad de trabajos sobre el Instituto Di Tella, la reimpresión de las obras de Rodolfo Walsh son sólo algunos ejemplos. El relanzamiento de una de las míticas revistas de entonces, La Rosa Blindada, demuestra que la revisión de los años 60 es una tendencia que recién comienza. Los sesenta fueron definidos como la década de la minifalda y la revolución sexual, del hippismo, de Los Beatles. En la Argentina nació el rock nacional. Pero no todo fue sexo, droga y rock and roll. La guerra de Vietnam, Argelia y la Revolución Cubana incendiaron la pradera. El mundo casi estalla en la crisis de los misiles en Cuba, mientras las guerrillas latinoamericanas y los estudiantes de París, Berlín, Roma, Tokio, México y Berkeley intentaban tomar el cielo por asalto. Dentro de la Iglesia surgieron corrientes contestatarias y, en Estados Unidos, los Panteras Negras dieron un tono radical a la lucha por los derechos de los negros en contra del racismo blanco. Fue la época del boom de la novela latinoamericana, la teoría de la dependencia, la defensa de los condenados de la tierra de Franz Fanon y la pedagogía del oprimido de Paulo Freire. El terremoto sólo fue comparable con el de los años 20. Un auténtico cataclismo sociocultural permitió pedir lo imposible. La Argentina no quedó al margen de la conmoción. Tras la caída de Frondizi, el periodista amigo del Che Jorge Ricardo Masetti organizó una fallida insurgencia en Salta. En 1964, la CGT impulsó la toma masiva de fábricas, con el peronismo aún proscripto. Entonces la Cuba de Fidel Castro y de Guevara irradiaba su ardiente mensaje. Después de 1966, el gobierno de facto de Juan Carlos Onganía inauguró la guerra santa contra hoteles alojamiento, hippies y happenings, y los bastones largos castigaron a la universidad. En el Cordobazo, la protesta popular alcanzó el punto más alto de toda la década. La modernización cultural acompañaba la revuelta política. La editorial EUDEBA, dirigida por Boris Spivakow, llevó el libro al quiosco a precios irrisorios, vendiendo entre 1959 y 1966 diez millones de ejemplares. La carrera de Sociología pasó de 67 alumnos a 11.500 en pocos años. Son los años en que aparece Literatura argentina y realidad política, de David Viñas, y surge en la Asociación Psicoanalítica una generación rupturista agrupada en Plataforma Internacional. En el periodismo, Primera Plana cambia las reglas y en el arte el Instituto Di Tella nuclea a las vanguardias. Jóvenes del Di Tella organizan Tucumán Arde, acercándose a la CGT de los Argentinos de Tosco y Ongaro. De ese herético, iconoclasta e irreverente universo sesentista, surgió la que fue su revista y su editorial más emblemática: La Rosa Blindada. A pesar de haberse convertido en el símbolo de aquellos años, sus ejemplares son casi inhallables. Hoy la revista vuelve a reeditarse con formato libro bajo el mismo sello editorial de La Rosa Blindada. En la extensa selección de sus mejores artículos la reedición incluye a Raúl González Tuñón, Juan Gelman, León Rozitchner, Ernesto Che Guevara, Ho Chi Minh, Carlos Brocato, Oscar Terán, Carlos Olmedo, John William Cooke, Domingo Onofrio, Carlos Gorriarena, Julio Huasi, Antonio Caparrós y Marcelo Ravoni.Presenta la revista José Luis Mangieri, quien fuera su director y fundador en el primer período, y contiene además un estudio crítico que enumera la larga lista de libros y discos publicados por el sello. Nosotros siempre pensamos -se apresura a aclarar Mangieri- una editorial como un emprendimiento cultural y no como una empresa que fabrica libros descartables, al estilo de los envases.Los nombres de La RosaLa Rosa Blindada, así bautizada por el libro de poemas de Raúl González Tuñón (1936) en homenaje a la insurrección de Asturias durante la Guerra Civil Española, fue originariamente una editorial. Publicaba entonces paquetes de cuatro libros de poesía, narrativa o teatro de autores jóvenes no consagrados. Tiraba 4.000 ejemplares. Luego, con la dirección honoraria de Tuñón y efectiva de Brocato y Mangieri, surgió también como revista. De ésta se publicaron en total nueve números (desde octubre de 1964 hasta setiembre de 1966, con una tirada de 10.000 ejemplares hasta el cuarto número, bajando luego a 5.000). La revista fue cerrada tras el golpe de Onganía pero continuó luego bajo la dirección de Mangieri -ya sin Brocato- sólo como editorial. En total, llegó a publicar casi 300 títulos. Desde su inicio la revista agrupó a lo más granado de la intelectualidad local y también a recién iniciados que fueron después figuras descollantes. Entre los integrantes del staff se encontraban el poeta Juan Gelman, el escritor Andrés Rivera, el pintor Carlos Gorriarena, las actrices Norma Aleandro y Cristina Banegas, los cineastas Fernando Pino Solanas, Octavio Getino y Nemesio Juárez, el dramaturgo Roberto Cossa, el titiritero Javier Villafañe, la escritora Estela Canto, el músico Juan Carlos Cedrón, los filósofos Oscar Terán y Carlos Olmedo, el historiador León Pomer, el escritor Carlos Brocato y el poeta José Luis Mangieri. De las muchas revistas sesentistas, sólo una es parangonable con La Rosa Blindada: Pasado y Presente, impulsada por José Aricó y Juan Carlos Portantiero. Pero La Rosa Blindada fue la única que agrupó no sólo a teóricos y escritores sino también a pintores, poetas, actores y directores de cine. Si Pasado y Presente respondía a una ideología gramsciana, La Rosa -como la llamaban sus lectores- intentó conjugar la estética de Galvano Della Volpe y la tradición poética de González Tuñón, junto con la filosofía del italiano Gramsci y del joven Marx. Pero su universo incluía también al Che Guevara y Ho Chi Minh, es decir, Cuba y Vietnam. Un cóctel cultural explosivo, en más de un sentido. Sin embargo, Mangieri y La Rosa Blindada -como editorial- mantuvieron con el grupo de Aricó un permanente intercambio de títulos. Como prueba queda el ya mítico Lucha de calles, lucha de clases (un estudio colectivo de sociólogos sobre el Cordobazo y el viborazo utilizado hasta en las escuelas de la Policía y el Ejército argentinos) que iba a ser publicado por Pasado y Presente y fue finalmente editado por La Rosa Blindada. La revista era no sólo irreverente con la cultura oficial. También resultaba revulsiva para la izquierda tradicional de la cual provenían sus jóvenes integrantes. Cuando apareció el primer número, el Partido Comunista no sólo expulsó a Gelman, Mangieri y Brocato sino que estuvo a punto de sancionar al poeta Raúl González Tuñón, como tardíamente reconoció el dirigente Fernando Nadra (La religión de los ateos, 1989). González Tuñón, a contramano de disciplinas partidarias, asumió el padrinazgo de los jóvenes poetas y escritores de La Rosa Blindada. Juan Gelman recuerda: A Raúl (González Tuñón) lo queríamos mucho. El prologó mi primer libro. Nos contaba de sus andanzas en las épocas de la bohemia, de sus aventuras, nos divertíamos mucho con aquellas anécdotas de su vida de trotamundos....Mangieri va más lejos en su explicación: Tuñón con nosotros siempre fue muy amplio, nos protegió. El tenía muy mala relación con Victorio Codovilla. Por eso, como un reconocimiento, quisimos que fuera nuestro director de honor, hacerle un homenaje a él, que nos ayudó siempre. El homenaje a Tuñón aparece en el cuarto número, donde además se reproduce el poema Las brigadas de choque, por el cual el poeta había estado preso en 1933. El desplazamiento de la revista asumió desde ese número un ritmo vertiginoso. Si al comienzo estuvo marcada por los escritos estéticos de Della Volpe, Luis Cardoza y Aragón y Pablo Picasso, en el último número la problemática de Cuba y Vietnam serán el eje. Esa tendencia hacia la politización atravesó toda la cultura crítica de los años sesenta. Entre uno y otro polo, entre la estética y la política, quedarán algunos de los principales debates teórico-culturales de la década. Entre ellos merecen citarse el mencionado homenaje a González Tuñón, redactado en abierta polémica con Héctor P. Agosti (el padrino intelectual de Portantiero y Aricó y primer difusor de Gramsci en la Argentina); el cuestionamiento demoledor de Oscar Terán a Roger Garaudy (filósofo oficial del comunismo francés); la crítica de Terán y Olmedo -con seudónimos- al libro de Juan José Sebreli Eva Perón: ¿aventurera o militante? (1966), y finalmente, el debate político-filosófico entre John William Cooke y León Rozitchner sobre Marx, el peronismo y el socialismo. Los pintores y artistas de La Rosa Blindada se ocupaban de la sección portada escrita y de las tapas. La mayoría pertenecía al arte figurativo, aunque no aceptaban la doctrina estética oficial de la izquierda tradicional.En cuanto al realismo socialista -dice Carlos Gorriarena-, yo creo que ni Castagnino ni Spilimbergo le dieron bolilla a eso, quizás algún pintor de segundo orden, pero los grandes no. Aun así, no me arrepiento de no haber formado parte del Di Tella, pero la motivación no venía por el lado del realismo socialista. La defensa filosófica que en la revista aparece de esa corriente estética probablemente provenía de Carlos Brocato, pero para los pintores no era lo más importante.La referencia crítica al Di Tella que aparece en el testimonio de Gorriarena ya estaba en su artículo Tres pintores, tres tendencias: Premio Internacional Di Tella 1964, aparecido en el tercer número. Allí arremetía contra el neodadaísmo domesticado y los deslices cuasi publicitarios de quienes ganaron el premio Di Tella de aquel año. Sin embargo, y acompañando el giro procubano y provietnamita que adopta la publicación, en su último número aparece una reseña de la muestra Salón homenaje al Vietnam. La muestra en homenaje a Vietnam -explica Gorriarena- la organizamos León Ferrari y yo. En la muestra participó muchísima gente, de las vanguardias del Di Tella y otra que no pertenecía al Instituto. Estaba todo el país, nos encontramos pintores de todas las tendencias. Recorriendo la lista de adherentes a ese homenaje aparecen también Ricardo Carpani, Carlos Alonso, Juan Carlos Castagnino, León Ferrari, Renata Schussheim, Quino, Roberto Jacoby y hasta Marta Minujin. La convocatoria, suscripta por todos ellos, expresa: Este es nuestro homenaje a Vietnam y a Santo Domingo, a los campesinos, a los guerrilleros y a todos los pueblos que luchan contra quienes los oprimen en nombre de la Civilización Occidental. La historia de la editorial no fue muy distinta de la de la revista. Comenzó publicando libros de poesías (Gotán, de Gelman; La calle del agujero en la media, de Tuñón; La sonrisa del tiempo, de Brocato) y de estética (Breviario de estética teatral, de Bertolt Brecht; La vanguardia y la poética del realismo, de Paolo Chiarini) y terminó editando toda la literatura de Ho Chi Minh y la insurgencia vietnamita, las obras escogidas de Mao Tse-tung, el Che Guevara, Regis Debray y a los autores clásicos del marxismo (desde Marx, Lenin y Rosa Luxemburgo hasta Gramsci, Lukacs e Isaac Deutscher). La radicalización envolvió también la vida de varios miembros del staff. Carlos Olmedo, joven filósofo y lingüista, murió en 1971, en un enfrentamiento en la empresa Fiat-Córdoba. A Emilio Jáuregui (que preparó algunos de los libros publicados por la editorial), la policía lo baleó por la espalda en una manifestación. Una de las colecciones de ensayos de La Rosa Blindada será bautizada con su nombre. La época del multimedia estaba aún muy lejos. A pesar de ello, La Rosa Blindada editó más de treinta discos (con poemas de Neruda, Gelman, Guillén, Maiacovsky, Mistral, algunos recitados por Héctor Alterio; o con tangos del Tata Cedrón y poemas lunfardos de Carlos de la Púa). Produjeron, además, un cortometraje sobre un poema de Mangieri, dirigido por Nemesio Juárez y protagonizado por Héctor Alterio.Si el golpe de 1966 había frustrado la continuidad de la revista, el de 1976 frustrará la continuidad de la editorial. En esos años, los libros de La Rosa y la revista soportarán una prohibición terminante. La cultura, la política y la principal publicación de la década del 60 quedarán entonces enterradas bajo la retórica oficial de la dictadura militar. Tuvieron que pasar más de treinta años para que sea posible revisitar y discutir aquella década.



El arte en la Revolución Mexicana


El desarrollo de la cultura y el arte mexicano durante el siglo XX estuvo indisolublemente ligado al movimiento armado de la Revolución Mexicana que no solo provocó profundos cambios políticos al terminar con la dictadura de Porfirio Díaz, también hizo posible la transformación de la sociedad mexicana. Las manifestaciones de este cambio se reflejaron prácticamente en todos los aspectos de la vida social mexicana y de manera muy explícita en las expresiones artísticas y culturales.

La Revolución (1910-1921) marca un periodo fundamental en la historia moderna de México. Los gobiernos que siguieron a la lucha armada se llamaban a si mismos “revolucionarios” porque proclamaron que ellos eran los depositarios y continuadores de los logros de la Revolución: Justicia Social, Participación del Pueblo en las Decisiones Políticas, Repartición de Tierras de Latifundios, Alternancia política, Lucha por la Independencia y Soberanía Económica, Mejoría en la Vida Laboral, entre otros.


El Muralismo

Durante y después de la Revolución Mexicana se elaboraron imágenes plásticas que representan la lucha revolucionaria, sus logros o a los protagonistas de la contienda (Emiliano Zapata es uno de los mas retratados, pero también hay imágenes de Pancho Villa, Francisco I. Madero y otros). Sin embargo, no todas estas imágenes dicen lo mismo. Cada pintor tuvo su propia opinión de la Revolución según la experiencia que vivió durante esa época, y de acuerdo a la posición política y social en que se ubicó durante y después de 1921.

Hubo artistas que fueron testigos presenciales de la lucha revolucionaria (como José Clemente Orozco y Francisco Goitia), y hubo otros que no la vivieron porque estaban estudiando o viviendo fuera de México (como Diego Rivera). Algunos artistas se interesaron y se unieron a las causas populares que surgieron durante la lucha, otros no se identificaron con ellas y creían que el pueblo era manipulado por los caudillos. Unas cuantas imágenes revolucionarias se pintaron durante los años de lucha, pero la mayoría de ellas se realizaron una, dos, tres o mas décadas después de concluido el conflicto. En general, las obras contemporáneas a la lucha son más trágicas y desesperanzadas que aquellas que se hicieron posteriormente, en donde se idealizan algunos aspectos.

Finalmente, como en la escritura de la historia, cada artista tuvo su propia interpretación política, social o filosófica de lo que significó la Revolución para los mexicanos. Por eso, así como usamos fuentes documentales para estudiar este periodo de la historia, también podemos valernos de las imágenes artísticas para mostrar las distintas aproximaciones, en diferentes tiempos, a este mismo episodio histórico.

 
Muralistas Mexicanos


JOSÉ GUADALUPE POSADA

Las manifestaciones artísticas mexicanas en el siglo XX tuvieron como antecedente directo la obra del grabador, ilustrador y caricaturista político José Guadalupe Posada, quién durante el régimen autoritario de Porfirio Díaz fue un duro crítico del sistema político mostrado un mordaz sentido del humor y cuyo legado recogido y enriquecido por los grandes artistas mexicanos. Posada realizó ilustraciones y caricatura política en periódicos de la época. Su mural más representativo es:

“Sueño de una tarde dominical en La Alameda”. A José Guadalupe Posada le debemos una parte y a Diego Rivera otra. La razón es que “La Catrina”, representación de la muerte fue grabada por Posada y a la cual Diego Rivera la termina de vestir. Observemos el mural.



GERARDO MURILLO

Tras la muerte de Posada acaecida en 1913, fue Gerardo Murillo quien se encargo de brindar un nuevo impulso a las actividades artísticas de la época.

Murillo había sido estudiante de la Escuela Nacional de Bellas Artes y logró obtener una pensión del gobierno de Porfirio Díaz para completar sus estudios en Europa, en donde sus intereses políticos lo acercaron al partido socialista italiano.

A su regreso a México, Murillo adoptaría el seudónimo de Dr. Atl, que en lengua náhuatl significa “agua”. Murillo patrocinó y orientó sobre los principios del muralismo cargado con fuertes contenidos nacionalistas, a jóvenes y brillantes pintores de esa época que se consagrarían posteriormente como grandes muralistas, tal es el caso de los llamados tres grandes del muralismo mexicano: Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y José Clemente Orozco. Murillo regresó eventualmente a Europa en donde escribió una fuerte crítica acerca del golpe de Estado de Victoriano Huerta. En sus escritos comparó a la Revolución Mexicana con el socialismo bíblico, a fin de promover el crecimiento del arte, la literatura y la ciencia en ese país. El Dr. Atl fue un gran artista que dedicó gran parte de su obra a retratar los volcanes de México. Sus murales son:

“Erupción del Paricutin”. La historia de este mural consiste en que había conocido a Olvido Ferrara ante un volcán semejante; o para ser más riguroso, ante el volcán en el que se inspiraba. Fue pintado en 1946.

 

FRANCISCO GOITIA

El Zacatecano Francisco Goitia (1882-1960) se unió al ejército revolucionario de Pancho Villa como pintor oficial del general Felipe Ángeles. Años mas tarde recordaría: “Fui a todas partes con su ejército, observando. Nunca porté armas porque sabía que mi misión no era matar…”. Su trabajo consistía en dar testimonio pictórico de la vida en estos agitados años. Así presenció varias batallas, como la de Zacatecas en 1914.

Los temas de la pintura de Goitia de estos años muestran el horror y la fascinación que le produjo la guerra. El pintor hizo cuadros que muestran paisajes del norte del país pero, sobre todo, la brutalidad y la muerte que veía cotidianamente. Para realizar su serie de cuadros sobre ahorcados. Goitia colgaba de un árbol cadáveres auténticos y observaba su descomposición para después plasmar el dramatismo de su violenta muerte. La desolación de los paisajes de Goitia transmiten el sentimiento que la Revolución produjo en el artista. Su pintura muralista mas importante es:

"Paisaje de los ahorcados I" que pintó en 1914.
 
 

JOSÉ CLEMENTE OROZCO (1883-1949)

Nació en 1883 en Zapotlán el Grande, actualmente Ciudad Guzmán, Jalisco. En los últimos años del porfiriato Orozco asistía a la Academia de San Carlos y realizaba caricaturas políticas para diversos periódicos, entre ellos El Mundo y el Hijo del Ahuizote. Durante la revolución, Orozco continuó como caricaturista contra el régimen de Francisco I. Madero.

En 1915 acompañó al pintor Gerardo Murillo (Dr. Atl) con las tropas carrancistas en su huida a Orizaba. Ahí ayudó al Dr. Atl a editar un periódico llamado La Vanguardia, para el que dibujó algunas caricaturas en las que criticaba la barbarie revolucionaria.

La visión de Orozco de la revolución es sumamente crítica. Él no representó la revolución como una gran hazaña social llena de héroes y caudillos idealistas que abrazan causas populares. Para Orozco la revolución fue dolor, muerte, desolación, ignorancia y manipulación desde el poder. En sus imágenes aparece el pueblo anónimo –casi nunca se les ve el rostro- vencido por el cansancio, el hambre, la desesperanza y sin rumbo definido. Los jefes revolucionarios son insensibles a los reclamos populares y se mantienen inconmovibles ante el dolor que los rodea.

A través de su pintura, Orozco expuso sus reflexiones sobre la humanidad y el sentido del arte. Sus preguntas esenciales fueron acerca de la justicia, la ética, la historia, la misión del hombre, y otras de corte filosófico. Por su propio escepticismo y sentido crítico del mundo, Orozco nunca se sintió plenamente integrado al muralismo oficial posrevolucionario. A diferencia de sus colegas, Orozco no confiaba en su proyecto político redentor que aseguraba un futuro promisorio. Veía la lucha social como un mal que no aliviaría la precaria situación del pueblo. En cambio, creía en el arte como instrumento de transformación del hombre.

Para acentuar el dramatismo de sus imágenes revolucionarias, el pintor usó colores oscuros, y espacios cerrados y actitudes corporales de expresión trágica y tensión contenida. Sus murales mas destacados son:
 
En 1926 pintó "Las soldaderas".


 
"El combate" lo pintó entre 1925 y 1928.
 
 

Y por último, su mural "La boda del general", pintado entre 1913 y 1917.


 
DAVID ALFARO SIQUEIROS (1896-1974)

Fue un artista-político. Su expresión artística estuvo íntimamente ligada a su actividad política dentro del partido comunista y como sindicalista. Según Siqueiros el arte tenía una misión política que cumplir: debía ser conscientes a las masas de sus derechos sociales y políticos, y guiarlos ideológicamente. Para el artista, el tema del arte debía atender a las necesidades políticas del pueblo en su lucha por una mejor vida, libre de injusticias y sometimientos.

Así el arte de Siqueiros tiene que verse a la luz de sus convicciones políticas. En su visión la revolución es una fuerza liberadora que trasciende sus límites temporales. Con ese movimiento social se inició la marcha del pueblo hacia la libertad e igualdad y nada debe detenerla.

El lenguaje plástico que usaba Siqueiros apoya sus convicciones políticas. El dinamismo de las figuras establece un paralelismo con el ritmo del movimiento social, hacia adelante, incontenible. Así mismo, el uso que hace el artista de materiales novedosos y de tecnología como pistola de aire, proyectores de diapositivas y cámaras cinematográficas muestran el sentido moderno que Siqueiros quiere imprimirle a su obra, con lo que también refleja su vanguardismo político. En los años 50 y 60, el pintor sigue involucrado intensamente en la actividad política socialista y por ello el tema de la revolución sigue cargándose de actualidad dentro de su repertorio temático.

En sus imágenes se ve la masa revolucionaria en su marcha hacia la conquista de sus ideales sociales. Entre la multitud podemos reconocer a algunos de los caudillos revolucionarios (Zapata, Obregón, Villa, Carranza), pero no sobresalen: se funden con el pueblo. El ritmo que marcan los sombreros y los fusiles le dan un dinamismo a la composición que corresponde con su sentido político. También vemos un brioso caballo que se detiene abruptamente: es la revolución frenada como un recordatorio de las fuerzas contrarrevolucionarias que a cada paso intentan detener el desenvolvimiento de los movimientos de signo social. Tiene dos murales mas importantes de la época de la Revolucion Mexicana:

"Del porfirismo a la Revolución. Los revolucionarios" que se encuentra en el Museo Nacional de Historia, lo pintó de 1957 a 1966.
 
 


"Del porfirismo a la Revolución. La revolución frenada" también se encuentra en el Museo Nacional de Historia, pintado entre 1957 y 1966.


DIEGO RIVERA

Durante los 14 años que vivió en Europa el pintor guanajuatense Diego Rivera (1886-1957) practicó diversos estilos artísticos. Sin embargo, al que le dedicó mas tiempo fue al cubismo. Entre 1913 y 1917 realizó más de 100 obras cubistas y conoció personalmente a los padres de este movimiento pictórico: Juan Gris y Pablo Picasso. En sus cuadros cubistas, Diego Rivera introdujo motivos mexicanos. La más representativa de estas obras es el óleo “Paisaje Zapatista”. En este cuadro, realizado en el verano de 1915 en París, Rivera pintó una alusión al paisaje montañoso del Valle de México, el fragmento de un colorido zarape zacatecano (que le prestó su amigo Martín Luis Guzmán), un sombrero de paja y un rifle con su respectiva canana, en una clara alusión a la revolución agraria que por aquellos años enarbolaba en México el caudillo campesino Emiliano Zapata.

De esta obra el propio Rivera escribió: “la hice sin un proyecto preliminar. Esta obra probablemente logra la expresión mas fiel del temperamento mexicano que jamás logré”. En ella Diego Rivera conjuntó 2 objetivos: por un lado, expresarse en un lenguaje de vanguardia artística; por el otro, usar un tema mexicano y revolucionario para vincularse con la realidad social de su país. Sin embargo, más que una pintura política, en ese momento a Rivera le interesaba más la experimentación con las formas y el espacio cubista. Tiene 3 murales que destacan:

"Paisaje Zapatista" pintado en 1915.


En 1923 pintó el mural de la Secretaría de Educación Pública "La liberación del peón".


"Emiliano Zapata" fue el detalle del mural transportable "Agrarian Leadrer, Zapata" realizado para la exposición del Museum of Modern Art de Nueva York. Pintado en 1932.

 

LEOPOLDO MENDEZ (1902-1969)

Es uno de los artistas gráficos más importantes que ha tenido la historia del arte mexicano. Su niñez transcurrió entre el final del porfiriato y el estallido revolucionario. A los 15 años ingresó a la Academia de San Carlos, donde adquirió el rigor y la disciplina del dibujo. Desde entonces se dedicó al grabado para ilustraciones editoriales, para carteles o cualquier otra forma de reproducción.

Méndez creyó siempre que el arte debía usarse como arma en las luchas sociales.

Perteneció al partido comunista mexicano y participó en la creación de varias organizaciones de artistas comprometidos con el arte de mensaje político. De éstas, la más importante en la vida de Méndez fue el Taller de la gráfica popular, que dirigió entre 1937 y 1952. Este taller se dedicó a hacer obras gráficas a favor de la lucha socialista y en contra del fascismo, el nacismo y el imperialismo.

En los grabados de tema revolucionario, Leopoldo Méndez muestra el sufrimiento del pueblo durante la lucha armada (“El hambre en la ciudad de México”), su dignidad enfrentando la muerte (“Fusilamiento”) y critica los excesos de algunos caudillos revolucionarios (“A la guerra, a la guerra”). Durante toda su vida Méndez se identificó con las causas del pueblo y representó sus días de fiesta, sus aspiraciones y su vida cotidiana. Igualmente, denunció los abusos de los poderosos y la injusticia de sistemas como el capitalismo, el caudillismo y el imperialismo. Sus 3 murales que tiene mas representativos son:

"A la guerra, a la guerra" grabado en madera en 1930.


"El hambre en la ciudad de México" pintado entre 1914-15 y 1947.


Y "Fusilamiento" inspiración para la película Un día de vida, pintado en 1950.



FERNANDO CASTRO PACHECO

Es un pintor, muralista, grabador, ilustrador, mexicano, nacido en Mérida, Yucatán el 26 de enero de 1918. Además de ser reconocido por sus murales, que evocan el espíritu y la historia del pueblo mexicano, particularmente del yucateco, con formas artísticas tradicionales y de gran sentido estético, Fernando Castro Pacheco tiene también obras de caballete y de escultura y ha ilustrado numerosos libros. Hay en su creación un singular uso del color y de la forma que va de lo figurativo a lo abstracto.

Se le considera fundamentalmente un autodidacta. Aun así a los 15 años comenzó su educación en la Escuela de Bellas Artes en Mérida. Es co-fundador de la Escuela Libre de Artes Plásticas de Yucatán en 1941. Trasladó al salón de clases y el estudio de arte al aire libre, lo que permitió al artista captar con mayor libertad la belleza, el color y el realismo de la naturaleza.

Fue en esta época que Castro Pacheco comenzó a trabajar en varios murales de la ciudad de Mérida. Entre 1941 y 1942 terminó varios murales en jardines de infantes o de juegos, así como en varios edificios de la escuela rural, como la Escuela Campesina de Tecoh. Usó como tema recurrente en esa época la producción de henequén que tanta influencia ejercía en su medio en aquel entonces. También concluyó murales al fresco con temas culturales y del deporte como en la Biblioteca de la Unión de Camioneros de Yucatán en Mérida.

En 1943 Castro Pacheco parte a la Ciudad de México donde arte se transformó y maduró. Ahí se vinculó al Taller de la Gráfica Popular que se había integrado en 1937 a partir de la Liga de Escritores y Artesanos Revolucionarios. El Taller estuvo asociado con movimientos políticos populares de la época. Fue entonces cuando el pintor atrajo la atención con su arte que fue presentado en una primera exhibición de dibujos y grabados. Comenzó a destacar dentro del grupo denominado Escuela Realista Mexicana en el que también estaban Leopoldo Méndez, Alfredo Zalce y Raúl Anguiano.

Desde 1971 y hasta 1979, trabajó y concluyó 27 murales, denominados así por su gran formato aunque propiamente son pinturas al óleo sobre lienzos y no sobre la superficie mural, en el Palacio de Gobierno de Mérida, Yucatán. Estos “murales” que han cobrado gran fama y son un atractivo para el visitante, reflejan mitos y tradiciones mayas, así como realidades de Yucatán después de la conquista, durante la época de la colonia y en el principio del siglo XX, cuando el auge de la agroindustria henequenera generó grandes desigualdades sociales que son mostradas en la obra del artista.

La técnica extraordinaria y el vigor desplegados en estos “murales transportables” de gran tamaño, le ha dado fama y reputación al autor, cuya obra, llena de sentido estético y de significado histórico, representa un verdadero patrimonio cultural para Yucatán.

Sus murales se encuentran expuestos en el Palacio de Gobierno del Estado de Yucatán:

"Mural de la guerra de castas".

 

"Felipe Carrillo Puerto y Lázaro Cárdenas".



“Suplicantes” pintado de 1913 a 1917




Cantando la Historia

Las Historias de la Historia se pueden conocer de diversas maneras: a través de un documento oficial firmado por los protagonistas de una batalla, de un testimonio del sobreviviente de una guerra, o de un libro de un importante historiador y conocer su versión de los hechos. Podemos también escuchar la historia a través de testigos que la contaron en expresiones musicales como los Corridos. El corrido es una forma musical y literaria popular mexicana, derivado a lo largo del siglo XVIII del Romance, entre otras formas populares traídas de Europa. Estos son casi de generación espontánea, creaciones ingenuas, populares de autores anónimos. Son además formas cantables.

Hay corridos con temas amorosos, crónicas de sucesos naturales, y desde luego relatos de hechos históricos que vienen desde los días de la Independencia, hasta la conclusion de la Revolución Mexicana. Mediante el corrido, el pueblo recoge, difunde y perpetúa las noticias que le afectan, cantándolas en verso asonantando (de ocho sílabas generalmente) con el acompañamiento de la guitarra y otros instrumentos variados

Hasta el arribo y consolidación de los medios electrónicos de comunicación masiva (mitad del siglo XX), el corrido se utilizó en México como un medio informativo y educativo de primer orden, incluso con fines subversivos, debido a su aparente simplicidad lingüística y musical, apropiadas para la transmisión oral. Los ejemplares más antiguos del corrido son versiones transculturadas de romances españoles o leyendas europeas, relativos sobre todo a amores desgraciados.


La Revolución mexicana (1910- 1921) ha sido largamente relatada y estudiada a través de las canciones que permanecieron en la voz de los pueblos aún después de terminada la lucha. Además de tener una valor histórico, tienen un valor cultural y artístico, pues nos cuentan desde los ojos que vieron y vivieron los episodios de la Revolución, nos muestran, además de algunos hechos relevantes, a los personajes importantes desde un lado más humano, e incluso, en algunas ocasiones, humorístico; están llenos de matices y melodías sobre las costumbres de los ejércitos de la revolución.


En los Corridos puede observarse cómo en algunas fases del conflicto había ciertas alianzas, por ejemplo entre Madero, Villa y Zapata. En otros, escritos posteriormente, cómo esas antiguas alianzas fueron rotas y los protagonistas se hicieron, por el contrario, acérrimos enemigos. También nos cuentan de sus batallas, de sus triunfos y derrotas, de la situación social del México revolucionario.


Los Corridos de la Revolución mexicana, surgieron entre las filas de las personas que dejaron su vida cotidiana para luchar por un ideal de nación, o simplemente por no tener nada que perder; a través de ellos conocemos la experiencia al interior de los ejércitos, de las personas que no ganaron ni perdieron, de los músicos revolucionarios que otorgaron a su arte una función más: dejar una profunda huella en la tradición histórica y musical de México.


SKA-P: Juan sin tierra
 



Soldado Revolucionario
Corrido de Emiliano Zapata y corrido de la Muerte de zapata




Intervencionismo Norteamericano y la teoría de la Dependencia

Intervencionismo Norteamericano y la teoría de la Dependencia


La Iglesia fue una de las primeras instituciones que defendió los derechos de las personas a partir de la reforma de liberación. Esta apoya el desarrollo integral del ser humano, denuncia al neocolonialismo por explotación de los países subdesarrollados y rechaza al capitalismo liberal y al marxismo como métodos para lograr el desarrollo. Comienza una nueva lucha contra el imperialismo. Es necesario aclarar que en el seno de la Iglesia hubo dos tendencias fundadas en distintas concepciones ideológicas: el desarrollismo (que había sido sostenido por el "progresismo" norteamericano y la Alianza para el Progreso de Kennedy) y la Teoría de la Dependencia, en la que el centro de la cuestión no era el desarrollo vs subdesarrollo, sino liberación o dependencia, es decir, un cristianismo revolucionario.
Entre los que optaron por el camino revolucionario encontramos al sacerdote y sociólogo colombiano Camilo Torres, que se incorporo a la guerrilla y murió en una emboscada. También el padre Ernesto Cardenal, escritor y poeta, que participo junto a otros sacerdotes en el Frente Sandinista de Liberación Nacional en Nicaragua. En Argentina surgió en 1967 el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, formado por los llamados "curas obreros" que abandonaron el claustro o el seminario por la militancia social.
Estos sacerdotes de la Iglesia que ya no predicaban la resignación de los oprimidos sino sus derechos, sufrieron persecuciones por parte de la Iglesia oficial, que reacciono sancionando fuertemente a los "teólogos de la liberación". 
Bajo las dictaduras latinoamericanas, los religiosos Tercermundistas constituyeron uno de los blancos señalados por la represión. Muchos de ellos fueron perseguidos, torturados y asesinados por los gobiernos militares de latinoamerica amparados por EEUU.   

Con respecto a los cambios en el ejército latinoamericano se observa una profesionalizaciòn cada vez mas profunda infundida por EEUU para quienes la consolidación del aparato estatal estaba en manos de las Fuerzas Armadas. Esa profesionalizaciòn consistió en hacer que lideres militares asistieran a conferencias de "Ejércitos Americanos", en donde se les enseñaba a torturar a sus victimas. Si bien los militares latinoamericanos asimilaron lo que se les enseñaba en el fondo de su ser el honor y los prejuicios les remordía la conciencia y no encontraban del todo buenas las respuestas dadas por EEUU por ello muchos buscaban sus justificativos en el modelo impartido por Francia.
Los ejércitos latinoamericanos no sólo recibieron adoctrinamiento de los EEUU sino que comenzaron a participar de una alianza militar que funcionaba incluso por encima de los gobiernos constitucionales de cada país Por ejemplo en 1964 el general Juan Carlos Ongania jefe del ejèrcito Argentino, concurrio a la conferencia realizada en West Point y desafiò al presidente Constitucional Arturo Illia cuando, contra la desicion presidencial, pretendio enviar tropas a Repùblica Dominicana junto con EEUU. En 1966 Ongania encabezo el golpe militar que depuso a Illia.
Según Pinochet la Doctrina de Seguridad Nacional consiste en que las naciones estan amenazadas por la “agresiòn permanente al servicio de una superpotencia extracontinental e imperialista” se referìa a la URSS, que presto apoyo a Cuba cuando fue bloqueada por EEUU.
La Doctrina denuncia la infiltraciòn soviètica a travès de “elementos subversivos” en los paìses pertenecientes al sistema democràtico occidental.
Esta Doctrina marco un cambio en el rol de las fuerzas armadas pues su funcion, ya no era velar por la seguridad de las fronteras sino buscar y tratar de identificar al enemigo en el propio paìs, la represion se dirigio a los militantes comunistas, socialistas, antiimperialistas, organizaciones campesinas y gremiales, movimientos estudiantiles, comunidades eclesiasticas (como ya se dijo) de base vinculadas a la teologia de la liberaciòn.
La alianza para el progreso es un claro ejemplo de la intervencion norteamericana (al igual que la Doctrina de Seguridad Nacional), en los paìses latinoamericanas con la diferencia que la Alianza promulgada por el presidente Kennedy anuncio una dècada de desarrollo planificado y una “colaboracion” de 20 mil millones de dòlares, con crèditos a largo plazo, sin embargo, este generoso programa de prestamos e inversiones destinadas a los paìses “en vias de desarrollo” pretendia ser un instrumento para coordinar reformas moderadas en Amèrica y afianzar la hegemonia de EEUU en la regiòn.
La delegaciòn cubana encabezada por el Che, por entonces Ministro de Industrias, rechazo la propuesta de ayuda econòmica y denuncio las intenciones polìticas de esta, ya que se excluia del otorgamiento de crèditos y se promovia, en el marco de la OEA, la ruptura de relaciones comerciales con la isla.
El Che señalo las incongruencias del plan y formulo severas crìticas; sostuvo que se condicionaba el destino de los prèstamos a la construcciòn de alcantarillas y a la mejora de las condiciones sanitarias, pero no figuraba el tema de la “industrializaciòn” como requicito clave para el desarrollo de los paìses latinoamericanos.
En enero de 1962, por iniciativa del gobierno norteamericano Cuba fue finalmente suspendido como miembro de la OEA.
EEUU utilizo todos los medios de presiòn a su alcance para obtener el apoyo de los gobiernos de Amèrica Latina a favor de la iniciativa.
La Revoluciòn Cubana no solo tuvo que superar su aislamiento econòmico sino ademàs romper con el cerco informativo, es decir crear sus propios medios para contrarrestar las noticias criticas que difundian los medios masivos de comunicaciòn norteamericanos, en esta lucha cumplieron un rol fundamental los periodistas; Jorge Masseti, Rodolfo Walsh, Rogelio Garcia Lupo y Gabriel Garcia Marquez.